Algunos filósofos dicen que no existe ni el bien ni el mal, sólo la manera de percibir los hechos. He de reconocer que ahora mismo la palabra crisis está en boca de todos, también en la mía y,añado, crisis no sólo económica sino de valores.
Hoy nos levantamos con la noticia de que el Gobierno de la Región de Murcia va a suprimir el Instituto de la Mujer ¡Rayos y centellas! ¡Para una cosa buena que hacen! Espero que las mujeres murcianas tengan en cuenta esta actitud a la hora de votar en las elecciones regionales.
Señores del Gobierno murciano, en este momento de sacudidas, de valores difusos o, directamente, equivocados, la supresión del Instituto de la Mujer me parece de lo menos acertada. El cáncer del machismo devora con muchísima fuerza nuestra amada tierra, la española o la murciana, me da igual y, a ustedes, colectores de tributos, sólo se les ocurre borrar del mapa una de las pocas instituciones útiles y necesarias, la que cuida a las mujeres. En Afganistán han hecho lo mismo.
Voy a poner dos ejemplos, para convencer sobre la necesidad de mantener el Instituto de la Mujer, a ver si así algún político se posiciona a favor de las personas y no buscando el voto, por una vez.
Hace una semana entré a una juguetería. Dentro de sus enormes instalaciones está la sección dirigida a la edad más tierna, los cuatro, cinco, seis añitos. La de las niñas, consiste en estanterías llenas de carritos de la compra, frigoríficos, batidoras, lavadoras, cocinitas, escobitas, verduras en miniatura, botecitos de detergente y cubitos de fregar el suelo. La de niños, ¿la imaginan? Poblada de juegos para el desarrollo intelectual, naves espaciales, buques y veleros, motocicletas, puzles y todo el maravilloso mundo de Playmobil que incluye granjas, fuertes, ciudades, pueblos, barcos, en fin, ya saben, todo para desarrollar la imaginación, la creatividad, la inteligencia.
Es verdad que la última palabra es la de los padres. Éstos son los que compran el juguete para sus hijos e hijas. Pero no me parece que la culpa de educar en el machismo sea sólo de los padres, también estas jugueterías deberían plantearse la distribución de sus juguetes y mezclarlos todos, para que no haya secciones de niños y de niñas, puesto que cuando somos tan pequeños, no nos deberían poner las estúpidas etiquetas de los adultos.
Acabo bordando el artículo a favor de mantener el Instituto de la Mujer de la Región de Murcia, relatando una situación inverosímil, paralizante y vergonzosa.
En la zona de tascas de Murcia hay un bar, conocido por todos, llamado Antiguo Canadian. Allí estoy en buena compañía disfrutando de la primera hora del viernes noche. Los bares han caído en el mal gusto de colgar tres o cuatro pantallas, así que aunque no quieras, a veces se te van los ojos a la caja tonta. Al ver las imágenes paso del divertimento a la estupefacción. En pantalla, delante de un público creciente, videos colgados en Internet de como un hombre agrede a mujeres en la vía pública y sale corriendo. Las desnuda en plena calle aprovechando que éstas, obviamente, no lo esperan y el encapuchado se da a la fuga.
No puedo decir que el público del bar estuviera disfrutando de las imágenes, la mayoría se quedaron como yo, sin palabras, pero cuando reaccioné me informé de si se trataba de un canal elegido al azar o un video proyectado intencionadamente por el apoderado del bar. Se trataba de lo segundo.
¿No se da cuenta el cabeza de chorlito que poniendo esos videos en su bar está promocionando ese comportamiento e incluso dando ideas a los descerebrados igual que él?
Para acabar con estas conductas tan peligrosas, el Instituto de la Mujer, es una buena herramienta, pero claro, tiene las horas contadas.
Escrito por Lydia M. González Zapata para http://www.prensaweb.es
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